De la emigración y sus vericuetos

Por casualidad este es un tema que estaba en los borradores del blog desde hace unas semanas, pero la repentina popularidad del video «Caracas, Ciudad de Despedidas» ha puesto sobre el tapete el tema de la emigración. Así que aprovecho para emitir mis opiniones sobre el asunto, más allá de la apreciación que pueda tener sobre el video.

Existen al menos dos conceptos en nuestras mentes que son abstractos hasta que nos tocan enfrentarlos. Uno es la muerte. El otro es emigrar a otro país. Cuando los temas son abstractos uno puede filosofar sobre ellos infinitamente, si tienes la suerte de no tener que enfrentarte nunca a ellos. Y al menos uno de estos dos es inevitable enfrentarlos. Pues bien, analicemos la migración.

¿Cómo llegamos a esto?

Tuve la gran suerte de nacer de unos padres amorosos y responsables. Vinieron de Colombia. A inicios de los años setenta, mis papás no tenían mucho para los estándares de esa época. Sus papás (es decir, mis abuelos) tampoco, pero tuvieron el buen tino de decidir que una buena educación era un factor clave para el posterior éxito de las vidas de sus hijos.

Venezuela en ese momento estaba en un vertiginoso ascenso de su calidad de vida debido a los ingentes ingresos por el petróleo que parecían no tener fin. Así que prometía, allí estaba el futuro. Y así mis papás se vinieron a estudiar y a trabajar en lo que parecía sensato económicamente a todas luces. Afortunadamente así lo fue, por lo menos hasta hace unos pocos años, y así es como tuve la gran suerte de vivir mi infancia sin que nada me faltara: techo, comida, cariño, y estudiar en colegios privados con la mejor educación. Porque así como mis abuelos decidieron que la educación de sus hijos era prioridad, mis papás decidieron que ese mismo camino debía funcionar.

El camino estaba dispuesto: después de pasar por el colegio, iba a estudiar a una universidad, y así poder optar a un empleo en una empresa o en el Estado, que me permitiese seguir adelante, tener mis propios hijos, y seguir con el ciclo. Pero algo ocurrió en el camino que lenta, pero inexorablemente rompió con todo esto. Y ni yo, ni mis padres ni mis hermanos tuvieron la culpa.

Así como mis padres, muchas personas tuvieron en la segunda mitad del siglo XX el buen tino de estudiar y obtener un título universitario para progresar económicamente. Así que comprensiblemente también hicieron esfuerzos sobrehumanos, y pagaron lo que no se podían permitir para que sus hijos también tuviesen la mejor educación y así poder darnos  un chance de progresar en el futuro, cuando ellos no estuviesen. Pero la historia que nos contaron estaba incompleta.

Quino lo dijo primero
Quino lo dijo primero

Muchos de los compañeros de clase con los que estudié, tanto en colegio como en universidad, tenían la idea de que el empleo te estaba esperando después de que recibieras el título universitario. Para mí era muy palpable el chiste que corría de que el currículum del egresado de la Universidad Simón Bolívar decía algo como «Ya me gradué, ahora soy dios; yo escojo el color del Ferrari».

El cuento era que por fuera de tu educación se estaba construyendo toda una estructura para que tú pudieses especializarte cómodamente y así poder trabajar a tus anchas. Cuando muchos nos graduamos, comenzamos a largar la mano y preguntar: «bueno, ya me gradué, ¿dónde está mi empleo?». Y no había tal estructura, no existía. Y sin embargo, la gente que se estaba graduando estaba realmente especializada y es muy buena en lo que estaba haciendo. Así que volteamos la cara para afuera. Si mi empleo no está en este país, entonces lo estará afuera.

Esto es aún más verificable en mi campo, que me dedico a algo tan especializado como el desarrollo de videojuegos. El sueño de muchos estudiantes que les gusta esto es irse afuera, a trabajar en una estructura ya hecha, y no quedarse a fundar una estructura. El sueño de emigrar se ha vuelto tan fuerte que muchos estudiantes universitarios ya están pensando en emigrar desde sus primeros semestres. El cuento de recibir un título para obtener un empleo mutó en recibir un título para salir del país.

Un país incompleto

¿Y cómo es eso de que no está presente la estructura para los empleos especializados? Eso es algo que no puedo explicar completamente, después de todo no conozco la historia moderna de Venezuela tanto como quisiera, pero lo cierto es que en la historia de Venezuela ha estado presente desde siempre un desbalance creciente. Esto está resumido brillantemente en la introducción del documental «Diálogo de Sordos»:


Video en Youtube.

Así como había un montón de gente que estaba progresando en el país, había un montón aún más grande que se estaba empobreciendo. Y es mentira que los países desarrollados no tienen pobreza: en todos los países hay un porcentaje no despreciable de pobreza. Los países entran en descontento y en peligro cuando esas diferencias se magnifican, cuando hay pobres muy pobres y ricos muy ricos. Esa situación es un caldo de cultivo para los resentimientos y las guerras civiles. Las grandes diferencias entre pobres y ricos las terminamos pagando toda la sociedad, y hoy en día en Venezuela, estamos pagando el precio, y lo pagamos caro, con 19.000 homicidios anuales.

Incluso para los que estamos del lado amable de la balanza la situación se nos ha complicado. ¿Se acuerdan de que anteriormente había dicho que mis papás no tenían mucho para los estándares de la época? Esta es la paradoja a la que nos estamos enfrentando hoy. En la Venezuela de 2012, aunque en principio estoy percibiendo muchísimo más de lo que mis padres percibían para la época, y estoy muchísimo más preparado académicamente, la realidad es que, como muchos jóvenes del país, vivo en casa de mis padres, sin perspectivas de optar por una casa o apartamento que me permita trabajar con comodidad en Caracas sin tener que pagar una deuda de por vida a un banco.

Uno de los problemas de Caracas, más allá de la vivienda, que sí es un problema serio, es que el sistema de transporte público es pobre, insuficiente, y no da para toda la gente que vive acá. Súmenle a eso las facilidades que existen para comprar automóviles, incluyendo una gasolina de menos de 3 centavos de dólar el litro, y tenemos la receta de una ciudad disfuncional. Una ciudad en la que muchos consideran una buena idea bloquear las entradas de la ciudad cuando toda la gente se ha ido de vacaciones, para que no vuelvan. Curiosamente, me siento más en un país desarrollado caminando por el centro de la ciudad, que yendo en metrobús a El Hatillo. El caraqueño no se para a las 4:00AM porque es trabajador. Madruga porque si no no puede llegar a una hora decente a su trabajo.

¿Qué diferencia hace quedarse o irse?

Volviendo al tema de la migración, mi mente vuelve a 1999, al momento en que mi profesora de Geografía Económica de 5to año preguntó que quiénes se querían ir. Algunos compañeros respondieron que se querían ir, y otros que se querían quedar (algunos de los cuales, años después, se fueron). Yo dije que quería ir para estudiar y así volver. «¿Por qué?» preguntó Rosydul, curiosa por una respuesta diferente a las que habían dado mis compañeros.

No recuerdo exactamente mi respuesta. Pero sí recuerdo que, en mi mente de muchacho de 16 años, la educación que yo quería estaba más cercana a lo que se estaba viviendo afuera, que lo que se estaba viviendo aquí. Las cosas nuevas se estaban inventando afuera, y no en Venezuela. Así que tenía más sentido irse afuera a estudiar, para luego volver y aplicar lo aprendido en el lugar en el que uno se había criado.

Años después, sigo en Venezuela. Gracias al Internet no hace falta tener que salir del país para estar al tanto de lo que se está inventando o descubriendo. Puedes hablar personalmente con la gente que está investigando. Aún así, salir del país, hablar con otras personas, con trasfondos muy distintos al tuyo, te da una visión más grande que los falsos dilemas que plantea la clase dirigente del país.

El país no va a implotar porque la clase dirigente «de la cuarta» vuelva, ni tampoco se va a ir a la mierda porque «lo chiabistas» ganen. Dentro de todo, Venezuela está en una posición media en la clasificación de países por desarrollo, y eso es muy confuso para nosotros. No conocemos una vida mejor, pero tampoco conocemos una vida peor, así que no tenemos una medida para compararnos. Por eso deberíamos preocuparnos por mejorar la memoria histórica del país, porque se convertirá en la única medida que tengamos para poder compararnos como país.

Entonces, ¿qué diferencia hace que te quedes o te vayas?, es una pregunta muy importante. Todos queremos hacer la diferencia en nuestra sociedad, sea cual sea.

Al dueño de este timeline, sé que lees mi blog. No es mi intención señalarte, pero sí plantear la pregunta que estás haciendo.

Lo que sí hace la diferencia es lo que nosotros hagamos dentro del país que elijamos. @capelaez lo resumió muy bien en este tuit: «Realmente la diferencia entre un país desarrollado y uno subdesarrollado no es como la gente trabaja, sino como emplea su tiempo libre». El inmigrante tiene que comenzar muy de cero para que el empleo de su tiempo libre marque una diferencia en la sociedad donde vive. El que ha vivido toda la vida en su país tiene todas las herramientas que necesita para poder hacer esa diferencia.

Creo que lo que marca la diferencia entre irse o quedarse es si estás huyendo de algo o si te sientes atraído hacia algo. Huir implica correr de algo, que en este momento estar en cualquier otro lugar es mejor que estar aquí. Estar atraído hacia algo deja el inmediatismo de lado, y nos pone a trabajar para dejar un legado.

Al fin y al cabo, ¿cuál es tu proyecto de vida? ¿qué puedes hacer? Al estudiante: ¿cuál es tu objetivo con graduarte? Para el venezolano esta pregunta es muy difícil de responder, porque muchos hemos perdido la capacidad de soñar. Los grupos dirigentes del país han agarrado tantas veces nuestros sueños y nos han caído a golpes con los mismos, que hemos optado por la resignación, a vivir el día a día.

Y la resignación, aunque no sea tema de videos como «Caracas, Ciudad de las despedidas», nos debería escandalizar tanto o más. Sólo nuestra capacidad de soñar, a pesar de los obstáculos, y unir nuestros sueños para un mejor futuro es lo que nos abrirá las puertas al progreso como sociedad.

O al menos, una mejor sociedad como la que nuestros abuelos y nuestros papás soñaron.

 

5 comentarios en «De la emigración y sus vericuetos»

  1. Como aspirante a incursar en el mundo de los videojuegos de forma profesional, la menor de mis preocupaciones es salir del pais para hacerlos, sin embargo, la que si es mi mas grande prioridad es hacer CRECER mi empresa aca en Venezuela, de todas formas mi filosofia va de que si no hay, lo creo yo. Se que hay estudios de juegos en Venezuela, pero uno mas que le de competencia al campo y ofrezca buen producto no hara mas que colocar ese grano de arena que tanto hablan los que se quedan pero no saben que hacer.

    Yo aun soy un soñador, pero que esta trabajando todos los dias para materializarlos, en el pais que me vio crecer 😀

  2. Hola Ciro,

    Me parece muy buena tu reflexión.

    Sin embargo, no estoy de acuerdo cuando dices "El país [no] se va a ir a la mierda porque “lo chiabistas” ganen. Dentro de todo, Venezuela está en una posición media en la clasificación de países por desarrollo, y eso es muy confuso para nosotros."

    Imagino que tu objetivo es resaltar la polarización y la radicalización como problemas en sí mismos, e indicar que no necesariamente con un cambio de gobierno se van a solucionar todos los problemas. De acuerdo en la necesidad de la memoria histórica y que Chávez es un resultado de la irresponsabilidad de los que lo precedieron.

    Pero que Venezuela se fue a la mierda y continuará haciéndolo irrevocablemente bajo los chavistas es innegable. Que Venezuela esté (todavía) en mejor posición que, digamos, Zimbabwe, no reduce la necesidad y urgencia de tener un gobierno decente. Disculpa que me politice pero el párrafo que cité me sonó a apología.

    Un cambio de gobierno es un requisito, quizá no suficiente, pero sí necesario para Venezuela. He visto ya demasiados casos de esfuerzos personales y grupales, a muchas escalas, de mejorar es país, destruídos en segundos por un gobierno déspota. Por eso estoy de acuerdo con el twitero que citas, en que sin eso todo lo demás son castillos en la arena.

    Es cierto que sin sueños no tenemos nada. La pregunta de cada quién es si quiere sacrificar su vida y la de sus seres queridos por lo que probablemente sólo llegue a ser un sueño roto y frustrado. Sí, hay quienes han logrado construir algo que todavía no les han quitado, pero son muy afortunados y cada vez menos.

    Ojalá que efectivamente se produzca un cambio de gobierno pronto y soñar sobre Venezuela sea más realista que perdidamente idealista.

  3. Muy buena tu reflexion ciro, te felicito por tomarte el tiempo de escribir y analizar el caso,la solucion no es que todo el mundo se vaya sin al menos intentar hacerlo!, si es dificil en muchos casos como es el de la vivienda o el de conseguir el primer empleo pero no es imposible. Solo hay que luchar y aunque un poco de chamos dicen que se quieren ir, aun no tienen idea lo que es ser un inmigrante y como son las cosas fuera de tu pais! Asi que hacia adelante, saludos

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